La autora María Judith Molinari compartió anécdotas inéditas de sus encuentros y su amistad con Jorge Luis Borges y Leonor Acevedo de Borges. Escucha la nota
Y un día las noches radiales de Confesiones se llenaron de poesía y milongas. Es que Cristina Pérez conversó con la mítica María Judith Molinari, profesora de declamación, sonetista, autora de 14 libros y amiga íntima de Jorge Luis Borges y su madre Leonor Acevedo de Borges.
Entre interpretaciones de versos y milongas en Radio Mitre, Molinari contó que a los diez años recitó por primera vez un poema de Borges -Un patio- sin siquiera sospechar que dos décadas más tarde conocería al aclamado autor.
Corría 1966 y era la hora del té en la embajada de Bolivia. Allí se celebraba un evento diplomático y María Judith Molinari fue convocada para ponerle voz a distintos versos.
“Cerré el recital con Fundación mítica de Buenos Aires, un poema de Borges y aplaudieron todos. Se me acercaron dos personas a saludarme y una de ellas me preguntó si lo conocía a Borges. Me dijo que ella trabajaba con él y que quería que lo conociese. Me dio su tarjeta: Leonor Acevedo de Borges”, evocó.
Según el retrato de la entrevistada, la madre del escritor era “una mujer jovial y con una vitalidad sorprendente” que la invitó a su cumpleaños número 90 para que recite Fundación mítica de Buenos Aires ante sus invitados.
La celebración contó con la presencia de la plana mayor de la literatura nacional. Entre los asistentes se encontraban las hermanas Ocampo, Manuel Mujica Lainez, Luisa Mercedes Levinson y el propio Jorge Luis Borges.
“Cuando lo vi a Borges en medio de la multitud, le dije: ‘Usted es Borges‘. Él me contestó: ‘Si, pero a veces’. Ahí iniciamos una charla conmovedora. Le conté que recité Un patio a los diez años y él me dijo que ese poema es el generador de todo lo que hizo después”, reveló Molinari.
A partir de ese momento, la declamadora se convirtió en habitué de la casa familiar de los Borges, donde pasó buena parte de sus sábados durante veinte años.
“Esa continuidad entre el 66 al 86 cambió mi vida totalmente. Me dediqué a la obra borgiana y él me acompañó en múltiples oportunidades para hacer la referencia anecdótica del poema que yo recitaba”, afirmó María Judith.
“Esos sábados eran los más gloriosos. Primero íbamos a la plaza San Martín, donde Leonor Acevedo de Borges me contaba la historia argentina y su historia personal. Me enseñó mejor que los profesores del secundario. Me quiso mucho y prologó mi primer libro”, rememoró.
Asimismo, la entrevistada recordó sus horas de estudio y de compartir la intimidad de las letras junto a Jorge Luis Borges, quien le decía que “el poeta tiene que llevar un yo poético permanente”.
Durante otro tramo de la charla con Cristina Pérez, la escritora habló sobre su particular historia de amor con un héroe de la Segunda Guerra Mundial.
Jorge era polaco, había sido condecorado por su valiente accionar como piloto de avión en la disputa bélica que conmovió al mundo y estaba casado con Peggy, un amiga de María Judith Molinari.
Peggy padecía de una afección cardíaca que terminó con su vida pero, antes de morir, le dejó una carta a María Judith explicándole que quería que se casara con su marido cuando ella ya no estuviera.
Tanto Molinari como el esposo de la difunta se negaron a rajatabla a cumplir el último deseo de la mujer que ambos supieron amar aunque de formas tan distintas.
“Él me presentaba señores. Me buscaba novios pero todos eran divorciados. Yo seguía frecuentando nuestra amistad porque siempre nos invitaba a mi mamá y a mí a Punta del Este o nos llevaba a comer a algún lado”, expresó la poeta.
Sin embargo, la cotidianidad del buen trato y la admiración mutua despertaron un sentimiento que trascendió las fronteras de la amistad entre ellos.
“Un día en su mediano vocabulario polaco me dijo: ‘Quiero que sepa que voy casarme con usted’”, revivió María Judith con un rastro de sonrisa en su voz.
La inesperada pareja mutó en un feliz matrimonio del que nacieron dos hijas. Finalmente, los designios secretos de Penny se volvieron realidad.