Cultura

Falleció Gregorio de la Vega, la voz prodigiosa del chamamé

Este lunes nos despertamos con la noticia del fallecimiento del cantor chamamecero Gregorio de la Vega.

La noticia fue confirmada por su familia y también por algunos colegas como Antonio Tarragó Ros y Juancito Güenaga, entre otros. De la Vega venía con algunas complicaciones de salud y fue internado días atrás en el sanatorio Parque, de la ciudad de Rosario, donde se produjo su deceso.

 

Un intérprete distinto

Gregorio Anacleto de la Vega nació en el paraje Cuchillas, ubicada en el departamento de Esquina, provincia de Corrientes. Cuando transitaba los seis años de edad, sus padres buscaron un mejor porvenir y se radicaron en la ciudad de Santa Elena, provincia de Entre Ríos. Mientras estudiaba las primeras letras se conoció con Andrés Cañete, que más adelante fue acordeonista compañero del Rey del Chamamé, y con José María Quirici. Juntos formaron un trío de guitarras e interpretaban melodías como valses peruanos, boleros, tango, milongas y cantos sureros, melodías fuera de la música del Litoral. En ese momento, veteranos intérpretes le mostraron las primeras notas del instrumento que lo acompañaría toda su vida. Como afirmó en una entrevista, sus primeros pasos fueron como músico serenatero.

El chamamé llegó cuando integra un conjunto de un acordeonista correntino y que él lo definió salir de una esfera a otra. A los 13 años se radicó con su familia en la ciudad de Rosario para que pueda completar sus estudios secundarios.

Tras su salida del ejército, a principios de la década del 50, De la Vega estaba actuando en una fiesta familiar en el barrio Saladillo, de la ciudad de Rosario. El maestro Tarragó Ros, que en aquellos años ya estaba teniendo un protagonismo importante, se encontraba en la búsqueda de un cantor. Había concurrido con Edgar Estigarribia y quedaron impactados con el mensaje en su voz. Después de interpretar unos temas, le pidió una sugerencia al director del conjunto, un acordeonista de La Paz, de nombre Oscar Arriola.

Tras una breve reunión, De la Vega aceptó la invitación del Rey del Chamamé y lo acompañó 23 años, considerándolo un hermano de huellas.

 

Camino propio

En 1977 se retiró del conjunto de Tarragó Ros y emprendió su camino solista. El intérprete aceptó la invitación de sus amigos del grupo folclórico Los de Siempre a registrar su primer disco para la compañía CBS Columbia. Pero al momento de llegar a la grabadora hubo una escasez de pasta para los discos LP.

Los únicos que tenían el privilegio para el producto eran los sellos Odeón y RCA Víctor. Un directivo del sello Europhone de la zona de la provincia de Santa Fe, se enteró de que Gregorio de la Vega estaba en Buenos Aires y no podía grabar.

Entonces, lo contactó porque tenía pasta guardada. Después de llegar a un acuerdo, el cantor buscó un estudio de grabación ubicado en la calle Venezuela al 1400 y registró las obras que completarían su primer trabajo titulado Mi caballo bayo.

Después de regresar a Buenos Aires, Andrés Cañete lo contactó para comentarle que tenían que grabar un disco con el Rey del Chamamé, pero se habían quedado sin cantor. Sucedió que había fallecido el hermano de Oscar Ríos. Es allí que aceptó la propuesta y se puso en campaña practicando con Julio Gutiérrez, que le pasaba las melodías e iba leyendo las letras en el auto viajando nuevamente a Buenos Aires.

Este trabajo posteriormente se denominó El gigante del chamamé, disco que no llegó a ver publicado el maestro curuzucuateño Tarragó Ros.

De esta manera se convirtió en una figura musical que brindó un sinfín de publicaciones de discos LP y cassettes con su propia agrupación como Evocando al Litoral, Rezongando, Costeando, A Curuzú Cuatiá, El cantor de Tarragó Ros, Fiel a mi estilo de cantor, entre tantos otros.

También colaboró con artistas como Miguel Figueroa, Rubén Rodríguez, Los de Mailín y Espuelas de Plata, siendo bautizado como "la voz" que consagró el disco.

 

El aplauso del público

Este artista era muy respetuoso con la interpretación de la música del Litoral. Durante una entrevista en 2014 De la Vega afirmaba: "El aplauso es el aliento máximo, juntado con el silencio. Hay gente que no aplaude, pero escucha y vive el momento que uno le hace vivir desde el escenario". De esta manera, era una persona comprometida con el chamamé.

 

Reconocimientos en vida

A lo largo de su vida a recibido innumerables homenajes. En el año 1992, en ocasión al Día Nacional del Tango, fue el único cantor chamamecero que recibió el premio Gardel de Oro. En 2008 recibió la distinción como "mejor cantor solista" en la Fiesta Nacional del Chamamé, en la ciudad de Corrientes, y el Cachencho de Bronce, en el Festival del Chamamé de Federal, provincia de Entre Ríos.

El 2 de diciembre de 2014, el vocalista tuvo su merecido reconocimiento por parte del Sindicato de Músicos de Rosario.

Mientras brindaba su agradecimiento tuvo algunos conceptos importantes. "Me llena de satisfacción reencontrarme en mi casa con amigos. A la juventud les digo que tengan un poco de paciencia, la constancia, el respeto hacia el público. Esa educación, el trato con la gente laboriosa, que vengan a la fuente para saber qué es lo que deben hacer".

Es por ello que Gregorio de la Vega fue una voz requerida en tantos escenarios en los últimos tiempos. Los achaques de su salud no existían a la hora de subirse al escenario, porque el cantor revivía entonando las estrofas de algún chamamé.

A días de haber celebrado sus 93 años de edad –nació el 13 de julio de 1931–, falleció dejando un enorme vacío dentro de la música del Litoral. Fue y será una escuela donde mirarse todos los artistas que emprenden el camino de la música. Por deseo propio y un pedido a Antonio Tarragó Ros, sus restos descansarán en el Mausoleo donde están Tarragó Ros y Edgar Estigarribia.

La Republica

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