El operativo tuvo como objetivo frenar la expansión del Comando Vermelho, una de las facciones criminales más temidas de Brasil. Este grupo, dedicado al tráfico de drogas y armas, mantiene el control de amplias zonas de las favelas cariocas, donde impone su ley y desafía a las autoridades desde hace décadas.
La megaoperación en Río de Janeiro desata el caos en la ciudad
El gobernador del estado, Claudio Castro, calificó la situación como una “guerra” y pidió apoyo a las Fuerzas Armadas. “Río está sola en esta lucha”, afirmó, denunciando la falta de respaldo del Gobierno federal. Pese al pedido, el Ejército rechazó en tres ocasiones colaborar con el envío de vehículos blindados.
El enfrentamiento comenzó en el Complexo da Penha y el Complexo do Alemão, donde viven más de 300.000 personas. Allí, los criminales respondieron al avance policial con intensos tiroteos y hasta lanzaron granadas desde drones. Las imágenes difundidas por medios locales mostraron autos quemados, barricadas y avenidas bloqueadas.
El operativo buscaba capturar al jefe del Comando Vermelho, Edgar Alves de Andrade, alias Doca, junto a decenas de sus lugartenientes. La policía se incautó de 75 fusiles y una gran cantidad de drogas.
Las autoridades reconocen que la megaoperación en Río de Janeiro ha generado caos entre los vecinos, pero aseguran que “era necesaria y se basó en inteligencia policial”. A pesar del alto número de víctimas, el Gobierno de Río insiste en que continuará con acciones similares para intentar recuperar el control de las zonas dominadas por el crimen organizado.